El Comercio internacional, actividad propulsora del intercambio de bienes, servicios, capitales y tecnologías entre los países, es hoy por hoy el componente más representativo de la riqueza y el poder del mundo.
Aunque esta labor siempre ha sido importante (recordemos en la antigüedad a imperios que se destacaron por ser grandes comerciantes como el Egipcio, el Babilónico, el Otomano – y por sobre ellos – el Fenicio; y después de Jesucristo, el Bizantino), a partir del siglo XVI empezó a adquirir mayor relevancia con la conformación de los imperios coloniales europeos, convirtiéndose en un instrumento de política expansionista. Como en ese tiempo la riqueza de los Estados se medía en función de la cantidad de metales preciosos que tuvieran (sobre todo oro y plata), su objetivo era conseguir más riqueza al menor costo posible, esto es, mediante el comercio entre ellos. Esta concepción protagónica del Comercio Internacional conocida como mercantilismo predominó durante los siglos XV, XVI y XVII.
El Comercio Internacional empezó a mostrar su verdadera dimensión con la aparición de los Estados – Naciones (principio de los actuales países) a partir del siglo XVII, consolidándose en XVIII y XIX, dado que los gobernantes consintieron que al promocionarlo podían aumentar la riqueza, y por tanto, el poder de su nación frente al de las demás. Durante el siglo XX el comercio creció hasta el punto de convertirse en el recurso más importante de la economía mundial. Se puede afirmar, entonces, que la creciente interdependencia del comercio entre países continuará su marcha en el milenio XXI y que debido a la tendencia de crear bloques económicos regionales, algunos países serán más dependientes que otros.
A través del tiempo, el Comercio Internacional ha sido labor fundamental para que los países puedan obtener niveles adecuados de crecimiento y desarrollo económico y social vía intercambio económico, comercial, financiero, político, cultural, deportivo, tecnológico, y demás, que hace que las naciones puedan destacarse por su propia producción destinada al intercambio en aras de obtener apreciables utilidades con tales transacciones, instrumento ideal para: promover los incrementos en productividad; fabricar con bajos costos todo lo que se necesita; dedicarse a producir principalmente lo que se hace con más eficiencia; abrir el camino a la especialización en el trabajo, los negocios y la producción; ampliar los mercados; acceder a la internacionalización, a la apertura, al libre comercio, y en fin, a utilizar cualquier estrategia tendiente a insertar activamente a las naciones en la economía mundial, promoviendo – para cada una – la obtención de los mejores resultados posibles.
Tanto en el campo comercial, como en el económico, financiero, político y social, el Comercio Internacional ha alcanzado un nivel de desarrollo tan alto, que ha convertido al planeta en parte fundamental e indispensable de la carta de presentación de cada uno de los países partícipes de este mundial acontecimiento diario y continuado, en el que todos dependen de todos. Es un entorno en el cual, por cada nación, es necesario diversificar y no considerar sólo el intercambio bienes y servicios; también: movimiento de capitales, desplazamiento de inversiones, sinergia de los negocios, inserción en la economía internacional, articulación con las múltiples estrategias empresariales, presencia en la política internacional, protagonismo en las tratados de integración y de cooperación internacional , incursión en las novísimas técnicas de mejoramiento para la producción, planeación para la apertura de nuevos mercados, acceso a la obtención de las múltiples certificaciones que acreditan garantía para las negociaciones, y en fin, participación activa de la misión y visión exportadora e importadora de cada país en cuestión, fomentando con ello para sus habitantes la estabilidad económica y social (determinante de ascendente progreso), así como un adecuado nivel en la calidad de vida.
Con la extensa temática escrita sobre Comercio Internacional, se puede apreciar y señalar su trascendental importancia expuesta en los numerosos y formidables objetivos que cumple en todos los confines, dado que con ellos tal actividad interactúa con los diversos aspectos que influyen en el progreso de los países y en el trazado y fijación de las políticas económicas y comerciales de los Estados. Con la práctica del Comercio Internacional, las naciones orientan ostensiblemente el volumen y la composición de las importaciones y las exportaciones; exponen con avasallante fuerza la producción de bienes y servicios; determinan la participación profesional en el complejo mercado de capitales y divisas; asumen el compromiso de acceder al alcance de los más altos niveles de crecimiento y desarrollo económico y social; abstraen con manifiesta eficiencia la urgencia de obtener por producción y/o adquisición las tecnologías avanzadas, impulsan nuevas inversiones, generan empleo; promueven la investigación y los avances científicos, fomentan la creatividad y la iniciativa de los empresarios; innovan en nuevas formas de producción…..y más…..y más……y más …..!!!
…Ah, y esto no ha sido coyuntural. Es estructural. Veamos:
Con el paso del tiempo, el Comercio Internacional se ha convertido en pieza fundamental para el acercamiento de los países en virtud al permanente interactuar comercial entre ellos, puesto que ningún país se puede abastecer por sí mismo. Desde su origen, la actividad ha logrado suplir todas las demandas, y por ende, las necesidades más relevantes de la población mundial, dado que sin interesar mucho los tipos de países (ricos, pobres, industrializados, desarrollados, en vía de desarrollo, etc.), todos requieren de todos. Es una interdependencia indisoluble debido a que los recursos naturales de un país nunca serán lo suficientemente cuantiosos y diversificados como para llegar a satisfacer las necesidades de sus consumidores; por tanto, siempre va existir aquel bien o servicio – escaso o abundante – que va a catapultar el intercambio internacional dando origen a las importaciones y a las exportaciones.
Así, entre las múltiples premisas que han dogmatizado al Comercio Internacional, existe una de enorme significado: las exportaciones de unas naciones, son las importaciones de otras, y viceversa. Esto conduce a una reflexión: una nación no exporta sólo porque necesite poder de compra externo, también lo hace para complementar su estructura de producción con otros mercados. Todo país tiene algunos recursos de producción (mano de obra, recursos naturales, tecnología, administración, capital, etc.) que no puede emplear plenamente dentro de su mercado; si quiere incorporarlos a su equipo de producción, tiene que buscar mercados externos: cada uno depende de los demás.
.…En fin, la importancia que ha alcanzado el Comercio Internacional en cumplimiento de sus alcances ha tenido, tiene y tendrá permanentes y profundas repercusiones en las relaciones internacionales de los países en los campos económico, financiero, comercial, político y social de todo el planeta.
Fuente: fundacioncibei.org